¿QUÉ PENSARÍAS SI TU MÉDICO TE RECOMENDARA TENER UNA
MASCOTA?
Los animales de compañía pueden aportar beneficios
físicos y psicológicos en el tratamiento
de numerosas enfermedades. Son muchos los estudios que se han
realizado sobre esta materia, pero es ahora cuando comienza a extenderse su aplicación real.
Dos disciplinas
diferentes
Lo que comenzó como un ensayo fruto de la
casualidad con Jingles y Johny, ha terminado constituyendo dos prácticas muy
eficientes que hoy en día se conocen como Actividad Asistida por
Animales (A.A.A.) y Terapia Asistida por Animales (T.A.A.).
La Actividad Asistida por Animales
(A.A.A.) propone encuentros o visitas en las que se incorpora y juega un papel
básico el animal. Se trata de algo espontáneo y no regulado, es decir, que el
terapeuta puede ser perfectamente un voluntario no profesional y, por lo tanto,
no se registran los avances y no
existen objetivos concretos. Los entornos en los que se
desarrolla una A.A.A. pueden ser de lo más variopinto y no son específicos.
La Terapia Asistida por Animales
(T.A.A.) es algo mucho más serio y
ordenado. Se plantean una serie de objetivos y metas para la
recuperación de un paciente que, por norma general, no ha mejorado con la
medicina tradicional. Así pues, los progresos dentro de esta terapia se van
recogiendo para el estudio, el establecimiento de valores en la evolución y el
diagnóstico. Éstos son algunos rasgos por los que se diferencian ambos
tratamientos y porque la persona que controla el proceso es un fisioterapeuta o un psicólogo, es decir, alguien
cualificado.
Beneficios de la
interacción
La profesionalidad de estas técnicas exige un
grado de preparación en
los animales muy alto. Por eso, se les selecciona y entrena a conciencia tras
cumplir con éxito pruebas de salud, habilidad y aptitud. Las
sesiones se establecen de tal forma que se pueda extraer de las mismas algo
positivo, ya sea la relajación del paciente, el hecho de que éste hable,
demuestre su cariño y sus debilidades, se haga más fuerte, olvide sus problemas
de salud, etc.
Los fines que se persiguen con esta terapia van desde
los beneficios físicos y mentales hasta los educativos y emotivos. Por ejemplo, físicamente, se
persigue mejorar tanto las habilidades
en el manejo de una silla de ruedas como las cualidades motoras en
general. En cuanto a las mejoras
psíquicas se pueden conseguir interacciones verbales,
desarrollar la autoestima, paliar la soledad y la ansiedad o fomentar la
atención.
Además de todos estos logros, también se pueden alcanzar
sentimientos deseables como la empatía, la socialización y la aceptación. La
mente se estimula e, incluso, se puede llegar a estabilizar el metabolismo. Pero no
sólo las mascotas convencionales pueden ser utilizadas para lograr efectos
terapéuticos. Si bien el perro es un animal asombroso por su capacidad de
aprendizaje, obediencia, fidelidad y amor incondicional que profesa, hoy en día
existen alternativas terapéuticas
como la Hipoterapia (Terapia Asistida por Caballos) y la Delfinoterapia
(Terapia Asistida por Delfines).
Principales
obstáculos
Está comprobado que los animales son de gran ayuda
para el ser humano, pero a veces la intención no es lo único que cuenta. Puede
darse el caso de que al enfermo no le favorezcan en absoluto este
tipo de técnicas, bien porque se obsesiona con el animal, porque no confíe en
las expectativas de curación o, simplemente, porque resulte alérgico.
En el caso del terapeuta, puede ocurrir que no estén
bien orientado o formado. Además, debe disponer de un espacio adecuado,
controlar los ruidos y las condiciones de salubridad. Por supuesto, un animal
dedicado a esto puede llegar a sufrir mucho, por eso es necesario que sea
controlado por un veterinario.
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